En plena temporada de cosecha, el rubro apícola nacional da un paso relevante hacia la protección del consumidor. Gracias a un proyecto impulsado por la academia y financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional de O’Higgins, se ha implementado el Sello RRA, una certificación que busca blindar la miel chilena mediante estrictos protocolos de laboratorio y buenas prácticas en terreno.
Garantía de inocuidad para el consumidor de productos naturales
Para quienes buscan alimentos saludables, la pureza del producto es fundamental. La investigadora Claudia Foerster, líder de la iniciativa, explica que el sello pone especial énfasis en evitar riesgos químicos y biológicos.
“Lo que buscamos es mejorar las buenas prácticas apícolas, sobre todo disminuyendo el uso de medicamentos no autorizados”, señala la experta.
El proceso de certificación no se queda solo en la supervisión de la colmena. Para obtener el distintivo, se realizan análisis microbiológicos y de residuos en laboratorio. “Uno puede decir que hace todo bien, pero la otra cosa es demostrarlo”, enfatiza Foerster, detallando que se realiza un screening para descartar la presencia de antibióticos y plaguicidas.
Estándares de higiene y trazabilidad
El sello también exige condiciones rigurosas en la manipulación de la miel durante su extracción y envasado. Los productores deben contar con resolución sanitaria y operar en instalaciones adecuadas —lugares cerrados, con paredes lavables y agua potable— para evitar la aparición de patógenos asociados a una mala manipulación.
Felipe Barrera, apicultor de Montecarmelo Colmenares y beneficiario de la medida, destaca el valor de esta transparencia: “Certificamos que hacemos las cosas bien; no basta con solo decirlo, esto te avala”. Según el productor, este respaldo entrega “tranquilidad al consumidor”, permitiéndole saber exactamente el origen y el proceso detrás de cada frasco.
Cómo reconocer una miel segura
Ante el aumento de la oferta en el mercado, el llamado de los expertos y productores es a ser consumidores activos.
Barrera recomienda consultar siempre por los registros y métodos de procesamiento: “Es muy importante pedírselo al que está vendiendo miel: qué registros tiene o cómo procesa su miel”.
Actualmente, el sello ya cuenta con diez productores certificados en la región, consolidándose como el primer escalón para asegurar la competitividad de la miel chilena tanto en el mercado interno como en futuras exportaciones.
