Una mujer de 27 años se convirtió en la primera paciente en Colombia en recibir la cirugía de Estimulación Cerebral Profunda (DBS), una operación para combatir la depresión.
La protagonista del procedimiento es Lorena Rodríguez Moreno, quien afirmó que desde los 17 años padece problemas de salud mental.
De acuerdo con su relato, entregado al medio La Vanguardia, antes de someterse a la cirugía ya había intentado una serie de métodos como fármacos, terapias psicológicas y terapias alternativas, sin obtener resultados.
"Me costaba bañarme, vestirme, salir de la cama, en fin... Perdí la motivación, los sueños, el sentido de todo. Llegó un punto en que creí que ya no quedaba nada para mí. Era horrible todo lo que experimentaba", sostuvo.
Es por ello que, tras descubrir la existencia de la operación pionera en su país, decidió aventurarse: "Era tan grave mi situación que decidí dar ese paso. Y fue la mejor decisión de mi vida".
Tras dos años de preparación, que incluyó la participación de un equipo de neurólogos, psiquiatras, neuropsicólogos, epidemiólogos y electrofisiólogos, finalmente la intervención se concretó el pasado 9 de abril en el Hospital Internacional de Colombia.
El procedimiento implica la implantación de electrodos en el cerebro. Estos están unidos por una batería, como un marcapasos, que se ubica en el pecho. El sistema provee impulsos eléctricos continuos para regular la actividad cerebral.
"Estuve seis horas despierta durante la cirugía. Superó toda la ficción. Sentía que mi mente estaba siendo reprogramada (...) Es increíble cómo la ciencia ha llegado tan lejos. Nunca imaginé que el cambio fuera posible", señaló.
A tres meses del procedimiento, la joven relató que nuevamente siente energía para realizar su vida cotidiana: "Volví a querer salir a un centro comercial, a comerme un helado. Volví a maquillarme, a vestirme con ilusión. Es como si me hubieran dado una segunda oportunidad. Es volver a nacer".
"Llevo conmigo la convicción de que hay esperanza, de que sí se puede salir del túnel. A quienes estén luchando en silencio: no se rindan. Hay una salida, y merecen encontrarla. Dios conduce a los científicos en este proceso", concluyó.