Las gaviotas se han convertido en un icono del cónclave, posándose en la chimenea del tejado de la Capilla Sixtina, pero a pesar de la anécdota, su presencia revela el problema real que supone su presencia para quienes residen en Roma.
El hábitat de estas aves suele ser marino, pero, aunque la costa están a 40 kilómetros de Roma, vuelan tierra adentro para dominar entre la fauna aérea de la capital italiana.
De hecho, no ha sido difícil ver gaviotas en el cónclave con el que la iglesia busca nuevo papa, posándose junto a la chimenea que deberá anunciar al mundo, con el color de su humo, si los 133 cardenales encerrados estos días en su interior llegaron o no a un acuerdo.
Mientras miles de personas mantienen su mirada en esa chimenea, tanto desde la plaza de San Pedro del Vaticano como desde sus casas en todo el mundo a través de la retransmisión en directo, estos pájaros se posan y sobrevuelan ante ellos y las cámaras.
La 'intervención' de la especia generó una infinidad de 'memes' en redes sociales que las muestran vestidas de púrpura o hasta con paramentos pontificios.
El invitado no deseado en Roma
Sin embargo, su presencia es mucho más engorrosa para los vecinos de Roma, donde proliferan en sus vertederos y en sus calles, no siempre limpias y lejos del litoral, cuadriplicándose en pocos años hasta alcanzar los 40.000 ejemplares, según algunas estimaciones.
Por eso, no es raro ver a estos pájaros sobre los monumentos o nutriéndose de los restos de comida en el suelo, o incluso comiéndose a otras especies como ratas o palomas.
El mundo pudo verlo cuando dos palomas soltadas desde la ventana del Palacio Apostólico por el papa Francisco, un 26 de enero de 2024 tras el rezo del Ángelus, acabaron atacadas por un cuervo y una gaviota ante los ojos de miles de fieles en la plaza vaticana.
Su proliferación conllevó un aumento de los ataques, "más de 30 por la semana", según recogió en un informe del año pasado la asociación para la protección jurídica de la naturaleza 'Earth'.
El Ayuntamiento de Roma, consciente de este problema, preparó 4 millones de euros hasta 2026 para el control de las gaviotas.
Asimismo, antes de su periodo de reproducción, entre enero y febrero, aconsejó a la población romana cerrar "si es posible" espacios externos como balcones o terrazas con redes o plantas altas para crear "un efecto barrera" y disuasorio.
Y, por supuesto, mantenerlos limpios y en uso para evitar que puedan anidar en ellos.
Porque, cuando una gaviota anida en un lugar "ya se sienten sus dueños y amenazan con agredir" a quienes los molesten, según explicó al diario 'La Repubblica" la responsable de la Liga para la Protección de Aves (Lipu) Francesca Manzia.
El problema además se agrava cada abril, cuando empieza el periodo de eclosión de sus huevos, algo que también ha quedado patente en las alturas de la Capilla Sixtina, donde antes de la primera 'fumata' negra pudo verse a una gaviota con su pollito.