A pesar de que el mundo produce más plástico que nunca, las tasas de reciclaje global siguen estancadas. Según un nuevo estudio publicado en Communications Earth & Environment, en 2022 se fabricaron 437 millones de toneladas de plástico, pero solo el 9% provino de materiales reciclados.
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En concreto, durante un año se produjeron 437 millones de toneladas de desechos plásticos, dice el estudio realizado por Khaoula Houssini, Jinhui Li y Quanyin Tan. De esa gigantesca cifra, la mayoría de los residuos plásticos fueron a parar a vertederos (40%) o fueron incinerados (34%), generando un desafío ambiental urgente, según investigadores de la Universidad de Tsinghua en China.
¿Tiene sentido seguir reciclando plástico?
Aunque los consumidores hacen su parte clasificando residuos, lo cierto es que solo 38 millones de las 75 millones de toneladas que se recolectan anualmente terminan siendo recicladas. El resto se pierde en el camino. Las razones son múltiples: la variedad de materiales plásticos, la contaminación por restos de comida o etiquetas y la falta de tecnología adecuada hacen que el reciclaje sea un proceso costoso y poco eficaz.
Además, producir plástico virgen sigue siendo más barato, ya que depende de los precios del petróleo. Esto desalienta la inversión en soluciones sostenibles y mantiene las tasas de reciclaje en cifras preocupantes.
El problema de los envases y el plástico barato
Los expertos coinciden en que el problema comienza desde el diseño. Muchos productos no están pensados para ser reciclados fácilmente. La mayoría de los plásticos —el 98% en 2022— se fabricaron con materias primas basadas en combustibles fósiles: 44% del carbón, 40% del petróleo y 8% del gas natural.
Este modelo no solo contamina sino que agrava la crisis climática, generando emisiones innecesarias que podrían evitarse si se optara por una economía circular.
Una gran parte de los desechos plásticos proviene de envases de un solo uso, que representan el 44% del consumo mundial. Estos productos, diseñados para ser desechables, son difíciles y costosos de recolectar y procesar. Además, la variedad de plásticos y los aditivos químicos dificultan aún más su reciclaje.
Incluso en países desarrollados como Estados Unidos, solo el 5% del plástico se recicla, mientras que más del 75% se entierra en vertederos. “Tenemos una infraestructura muy desarrollada para fabricar nuevos plásticos, pero una muy poco desarrollada para reciclarlos”, resume Agi Brandt-Talbot, investigadora del Imperial College de Londres según Infobae.
¿Y qué pasa con la incineración?
Frente a la falta de alternativas, muchos países optan por incinerar sus residuos. En 2022, un 34% del plástico global se eliminó por esta vía. En Japón, el 70% se quema; en China, el 60%; y en la Unión Europea, el 38%.
Aunque esta práctica genera energía, también emite gases de efecto invernadero y no permite recuperar el material, por lo que no es una solución circular, advierte Brandt-Talbot.
¿Hay espacio para el optimismo?
Sí, especialmente en países que han implementado políticas públicas eficaces y fomentado hábitos ciudadanos responsables. Japón alcanza una tasa de reciclaje cercana al 20% y China, un 23%. “Es un problema global con soluciones locales”, plantea Andrew Dove a Infobae, químico de la Universidad de Birmingham.
Cada país debe diseñar estrategias acordes a su realidad normativa, económica y social.
¿Qué soluciones vienen en camino?
Durante décadas, la industria se ha enfocado en crear plásticos más complejos, pero no en cómo gestionarlos al final de su vida útil. Por eso, el reciclaje tradicional enfrenta limitaciones técnicas que ya no se pueden resolver solo con más recolección.
Sin embargo, están surgiendo innovaciones prometedoras como el reciclaje químico, que permite descomponer el plástico en sus componentes originales para volver a utilizarlos. También se están desarrollando plásticos más simples que facilitarán su clasificación y reutilización.
“Estamos viendo muchas tecnologías nuevas dedicadas a resolver los problemas de clasificación y simplificación de los materiales”, afirma Dove a Infobae. Estos avances podrían mejorar progresivamente las tasas de reciclaje globales.
Lo que aún podemos hacer
En países donde el sistema funciona, reciclar sigue siendo una acción clave. Envases limpios y bien clasificados —como botellas o potes de yogur— sí tienen una segunda vida útil.
Aunque cerrar el ciclo del plástico es un desafío enorme, no es imposible. Y mientras las grandes soluciones llegan, nuestras pequeñas acciones todavía importan.