Solange Magnano fue una de las modelos más reconocidas de Argentina. En 1994 alcanzó la corona de Miss Argentina, consolidando una carrera que la llevó a trabajar con destacados diseñadores como Roberto Piazza. Años después, ya casada con Gustavo Rosso y madre de tres hijos, tomó la decisión de someterse a un tratamiento estético para mejorar su figura, una elección que derivó en un final inesperado y fatal.
El 26 de noviembre de 2009, Magnano viajó desde su Córdoba natal a Buenos Aires para atenderse con la doctora Mónica Portnoy, a quien había conocido por televisión. El procedimiento consistía en la aplicación de metacrilato para realzar los glúteos, un producto que también se utilizó en la polémica intervención de Silvina Luna.
A las pocas horas de la intervención, la modelo comenzó a sufrir fuertes dolores y complicaciones respiratorias. Fue trasladada primero al Hospital Fernández y luego a la terapia intensiva del Sanatorio Itoriz, en Avellaneda. Allí alcanzó a despedirse de su esposo, a quien le pidió perdón por “el error que había cometido”. Tres días después, el 29 de noviembre de 2009, murió a causa de un tromboembolismo pulmonar provocado por la silicona líquida utilizada en la operación.
Silicona en el cerebro y la denuncia del viudo
Meses más tarde, su esposo reveló en una entrevista con Cadena 3 los resultados de la autopsia, que confirmaron que a Magnano le habían inyectado silicona líquida en grandes cantidades, incluso con llegada al cerebro.
“Cualquier médico sabe que está prohibido usarla. La única forma de colocarla es de manera contenida, como se hace en las mamas”, denunció indignado Rosso.
Solange Magnano junto a Roberto Piazza (Foto: Roberto Piazza)
La familia de Magnano inició una demanda contra Mónica Portnoy. Finalmente, el 2 de julio de 2013, la profesional fue condenada a dos años de prisión en suspenso y cinco de inhabilitación profesional.
El fallo causó indignación en el entorno de la modelo. Su viudo expresó públicamente su decepción: “¿Qué mensaje le damos a la sociedad? Pórtese mal que acá no pasa nada. Usted puede matar y seguir su vida como nada”.
Por su parte, Roberto Piazza aseguró que la modelo jamás le habló de la intervención, y remarcó que él nunca le habría exigido un cambio en su cuerpo: “Ella decía que tenía la cola caída, pero no era así. Para mí era perfecta. Lamentablemente, agonizó envuelta en gritos de dolor”.
Tras la sentencia, el caso se fue apagando en la opinión pública. No obstante, el entorno de Magnano sostiene que la médica logró ocultar el tema gracias a “influencias y dinero”. “Es una psicópata asesina”, llegó a declarar Piazza, recordando la tragedia que puso fin a la vida de una de las mujeres más bellas y queridas de Argentina.