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Bailar y gozar el swing: la historia de los chilenos Sofi y Rami, campeones mundiales del estilo

Hace una década, ambos dejaron todo para dedicarse al baile de swing y lindy hop, un estilo que se expande en Chile. "No me había dado cuenta cuánto nos había costado", dicen a 24horas.cl.

Constanza Moncada Merino

Sábado 14 de junio de 2025

Quedaban dos semanas. Los pies estaban en la calle, los brazos en el aire y las ansias por las nubes. Sofía Contreras, diseñadora, y Ramiro Frick, doctor en filosofía, dejaron todo por el baile hace una década y se preparaban para la famosa Copa Europea de Bailes Swing: Savoy Cup, a realizarse en Francia el 2022. Soñaban con llegar a una de las más desafiantes competencias del estilo a nivel mundial.

“Es baile de suelo con elementos acrobáticos, nosotros no estábamos tan fuerte ahí, así que empezamos a crear nuestros propios trucos”, cuenta Ramiro a 24horas.cl, vistiendo un chaleco de colores y luciendo un bigote imperial.

Sin embargo, el sueño se truncó. En medio de ensayos en las calles de Santiago, Sofía cae mal de una acrobacia. Su pie se rompió. “No pudimos viajar, fue muy triste”, recuerda ella, quien lleva un suéter verde y una blusa igual de colorida.

Ese suponía el primer desafío europeo para la pareja de swing, quienes en 2019 habían ganado el primer lugar en el evento CAPOS en Buenos Aires y en 2021, en modalidad online, se coronaron con el segundo lugar en un festival de Nueva York.

Pero llegó la revancha. En 2023, y después de muchas sesiones de kinesiología, Sofía y Ramiro tomaron sus trajes coloridos y viajaron hasta la Gran Manzana.

Su próximo desafío era The International Lindy Hop Championships, el campeonato más importante de swing a nivel mundial, que se realiza en Harlem, barrio neoyorquino que vio nacer el lindy hop y el swing.

“Ese mismo día, en la tarde, habíamos estado practicando en la calle y se nos acerca un tipo negro, muy estiloso y nos dice: ‘chicos, que buen lindy hop’. Nosotros le preguntamos si bailaba”, comienza a relatar Sofía, quien le da el pase a Ramiro para que continúe la anécdota.

“Él dice no, pero esto es Harlem, este baile nació acá. Mi mamá bailaba eso. Nos pregunta de dónde somos, nosotros respondemos y dice: ‘¡Qué! ¡En Chile se baila esto!’ Nosotros pensábamos que él iba a un evento, pero no tenía idea. Y nos dice: ‘los he visto media hora y ustedes van a ganar. Se van a acordar de mí el resto de su vida’. Nunca lo voy a olvidar, Malik de Harlem. Para nosotros fue la bendición del barrio”, dice Ramiro.

Ungidos por Malik de Harlem, ambos ganaron el primer lugar en la categoría All-Star Strictly.


Después vino la racha de triunfos. Llegaron a la final de The National Jitterbug Championships, un campamento en Hollywood en el que, con una arriesgada y sólida puesta en escena, se coronaron con el primer lugar. Ese mismo año obtuvieron el segundo lugar en Francia, en ese festival al que no pudieron asistir en 2022.

El descubrimiento de swing

Ramiro era un montañista muy aplicado, estudiaba un doctorado en filosofía y tenía dos pies izquierdos. “No me gustaba bailar, me daba mucha vergüenza. No me tenía fe en la coordinación, en llevar el ritmo, pero sí me gustaba la música”, recuerda.

En otro punto de la capital, en 2014, Sofía estudiaba diseño y siempre le picaban los pies por ir a la pista de baile. “En mi casa era habitual el jazz, pero no tenía idea que se bailaba. Un día estaba en la U, y un compañero me mostró un video de YouTube de gente bailando lindy hop. No podía creer que esta música tan maravillosa se bailara”, dice con los ojos brillantes.

Decidida, buscó clases en Santiago y para su sorpresa, encontró solo una, muy lejos de donde vivía. “No había una comunidad de baile, un año después se comenzó a formar”.

En 2015, Ramiro se encontró a gente bailando en la calle, venció sus temores y se unió. “Me atreví, fui, pisé a todo el mundo, pero me encantó”, dice entre risas. “Empecé a bailar y en una de estas fiestas que se organizan de baile swing conocí a Sofi”.

Sus pistas de baile se cruzaron en 2016. Entre pasos, acrobacias y ensayos se enamoraron y se consolidaron como pareja de baile. Poco a poco, el hobby se impregnó de seriedad.

“Fuimos a un campamento de baile en Suecia. Son básicamente ocho horas de clases, horas de práctica y fiesta diaria. Ahí vimos un nivel de lindy hop como nunca lo habíamos visto antes”, dice Ramiro.

Sofía establece que ese viaje fue clave en sus carreras. “Al principio partimos motivados, pero era un hobby. Para mi el gran punto de inflexión fue en este festival de Suecia, cuando vi gente muy profesional y haciendo con seriedad su arte”.

Al volver a Chile, los ensayos eran sistemáticos. Aprendieron y, autodidactas, se perfeccionaron con clases online, mucha observación y constante práctica.

“Una de las cosas que más cuesta aquí es mantener la constancia. A veces uno no tiene tantas ganas, pero como cualquier atleta o deportista, a veces tienes que luchar con eso y hay hacerlo”, reflexiona Sofía.

Los logros comenzaron a hablar por sí solos. Los títulos internacionales consolidaron su carrera y en 2019, meses antes del estallido social, abrieron su academia Crazy Legs Chile. Ahora viven casi exclusivamente de bailar.

No me había dado cuenta cuánto nos había costado hasta que conocí otras realidades. En Europa y en Estados Unidos hay un nivel de desarrollo brutal. Tienen una escena de 5 mil a 10 mil bailarines, hay muchas escuelas, muchos eventos, festivales, muchos profesores; es muy fácil aprender. Por otra parte, lo económico es distinto. En Suecia, por ejemplo, les pagan, les pasan salas para entrenar, les pagan pasajes y a veces un sueldo. Nosotros, al día de hoy, practicamos en la calle”, medita Ramiro.

Este 2025 siguen con clases en Crazy Legs Chile y se preparan para volver a las pistas competitivas en 2026. Actualmente organizan el Crazy Swing Fest, una experiencia inmersiva, del 4 al 7 de septiembre, dedicada al baile, música en vivo, shows y clases para principiantes y avanzados (inscripciones). 

“Hay una escena de baile social que está creciendo, que es el corazón de esto. Nuestro baile tiene tres dimensiones, el corazón es el baile social, no es competencia. En Chile, eso está creciendo cada vez más, en nuestras clases es lo que más cultivamos. Luego hay dos esferas, la performance y el show; y tercero, es un baile competitivo. Eso último en Chile no existe”, concluye Ramiro.

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