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¿Es el Tren de Aragua más poderoso que el Cartel de Sinaloa?

La periodista venezolana Ronna Rísquez, presente en el Global Media Forum de Bonn, explica a DW por qué la banda criminal más famosa de Venezuela ha logrado tanto éxito en tan poco tiempo.

24horas.cl

Deutsche Welle

Miércoles 9 de julio de 2025

Ronna Rísquez es una periodista de investigación venezolana que ha trabajado en Insight Crime, RunRun.es, El Nacional y otros medios. La seguridad ciudadana y el mundo criminal son su área de especialización, al punto de ser la autora de El Tren de Aragua, el único libro publicado hasta ahora sobre este grupo delictivo que, tras surgir en una cárcel de Venezuela, logró extender sus redes por diversos países de América.

Invitada como observadora al Global Media Forum (GMF) organizado por Deutsche Welle en Bonn, Rísquez analiza las razones que llevaron al Tren de Aragua a convertirse en el demonio criminal más temido por las autoridades del continente.

Deutsche Welle: Aunque es el más resonante, el Tren de Aragua no es el único grupo criminal que opera en la región. Ha habido, de hecho, un explosivo aumento de diversos delitos. ¿A qué cree usted que se debe este fenómeno?

Ronna Rísquez: Históricamente han existido grupos criminales, y por eso cuando se habla del poder del Tren de Aragua, yo no creo que sea tan así. Es decir, si lo comparas con lo que llegó a ser Pablo Escobar y el Cartel de Medellín, o lo que son hoy el Cartel de Sinaloa o el Cartel Jalisco Nueva Generación, yo creo que el Tren de Aragua no es tan poderoso. Lo que ocurre es que apareció en una época en donde confluyeron una serie de factores.

¿Qué factores confluyeron?

Hoy cualquiera con acceso a redes sociales publica lo que quiera, y eso hace que la cosa más pequeña se vea más grande. No quiero restarle importancia al fenómeno, pero hay que entender en qué contexto ocurre. Sí es cierto que hay ciertas particularidades, que tienen mucho que ver con la situación política, social y económica de Venezuela.

El grupo se expandió y logró establecer pequeñas sedes en distintos países, y eso no lo habíamos visto antes. Por ejemplo, los grupos colombianos se centran en Colombia o se mueven a otros países solo para hacer negocios, pero no se instalan en ellos.

Si uno mira el mapa, ve cómo fue avanzando el Tren de Aragua desde Venezuela a Colombia, Ecuador, Perú, Chile, etc.. ¿Hay alguna razón por la que esta organización busca expandirse hacia estos países de la región?

Claro, el grupo se extiende por dos razones fundamentales. Una tiene que ver con la zona fronteriza entre Venezuela y Brasil, donde hay unas minas de oro muy importantes. Allí se instaló una célula del Tren de Aragua antes de 2017.

La otra razón es que el sur fue el destino inicial de la migración venezolana masiva. Fue algo inusual, porque históricamente la migración iba hacia al norte. Al moverse la gente se movieron también los grupos, y lo hicieron buscando nuevas rentas.

¿Cuánto incide en el crecimiento del Tren de Aragua la inestabilidad política de Venezuela?

No digo que en otro contexto no hubiese podido surgir un grupo criminal que convirtiera la prisión en su centro de operaciones, pero creo que mucho de lo que ha avanzado el Tren de Aragua tiene que ver con la falta de Estado, con la inacción gubernamental en materia de seguridad ciudadana y en materia de prisiones, sobre todo.

¿Cómo opera el Tren de Aragua realmente? ¿Tiene un jefe que los manda a todos o se trata de tentáculos independientes?

Hay varias personas que ejercen un liderazgo. Luego hay algunos casos donde quienes estaban en los países hacia donde se movió el grupo reportaban directamente a la organización. Dentro de Venezuela, el Tren de Aragua absorbía a pequeñas bandas locales sin que estas bandas perdieran su identidad. Y luego también lo que han identificado las autoridades más recientemente es que, si un grupo quiere usar el nombre del Tren de Aragua, paga una especie de franquicia o afiliación.

Como si fueran un McDonald's.

Exactamente. Pero eso es algo más nuevo. La organización al comienzo solo fue una expansión de un grupo de la prisión de Tocorón (Venezuela). 

En su libro, usted habla de 20 fuentes de ingresos del grupo: restaurantes, apuestas, etc. Pero el fuerte sigue siendo el tráfico de drogas y de personas, ¿no?

Siempre se habla de la cocaína como un negocio muy importante. Sin embargo, en el caso del Tren de Aragua ellos están involucrados en el tráfico de marihuana, y a Chile entraron con ketamina para hacer cocaína rosa. Puede ser que estén involucrados en el negocio de la cocaína, pero que tengan y muevan cargamentos, no creo que lo estén haciendo.

¿Cómo están involucrados, entonces?

Ofrecen seguridad para el tráfico. Pero, obviamente, sí participan en el tráfico de migrantes, la trata de mujeres migrantes, las extorsiones… yo diría que las extorsiones generan ingresos importantes. Y luego hay una diversidad más amplia: la minería ilegal, las apuestas, las criptomonedas, los secuestros… pueden ser negocios pequeños, pero cada uno genera una renta que va sumando.

La Fiscalía de Chile dice que suele investigar casos de extorsiones, pero a venezolanos, no a chilenos.

Eso mismo se identificó en Perú y en Colombia. 

Y eso tiene que ver con que un venezolano que está ilegal en otro país difícilmente hará la denuncia, ¿no?

Hay dos razones. Obviamente si la persona no tiene una condición legal, le puede dar miedo denunciar, pero también no denuncia porque ya en Venezuela sabías que cualquier acción que puedas ejercer contra el grupo puede ser peor. Si denuncian, los amenazan diciéndoles que saben dónde está su familia, y eso inhibe a las personas.

¿Por qué prosperan estos grupos, qué tiene la región que permite que el Tren de Aragua no sea una empresa fallida?

Vamos a volver a lo que siempre se ha dicho: exclusión, falta de oportunidades para los jóvenes, pobreza. Son problemas viejísimos, pero siguen existiendo en nuestra región y determinan que muchos de los jóvenes escojan dedicarse a actividades ilícitas, porque sienten que no tienen oportunidades, consideran que el estudio o el trabajo no son opciones, y buscan estos caminos. Esa es un posibilidad.

¿Por qué no pasa eso en otras regiones?

Cada país tiene violencias asociadas a sus características culturales. Por ejemplo en España: si vemos sus barrios están llenos de pequeñas pandillas de jóvenes que andan con navajas, que actúan en manada. Esa es una forma de violencia. Y en la medida que se naturaliza esa violencia, la ignoras. Sabemos también de las masacres con armas en Estados Unidos, que tienen que ver con exclusión, salud mental y bullying. Todas las culturas tenemos la capacidad de generar violencia de una forma u otra.

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