Cicinho, cuyo nombre completo es Cícero João de Cézare, llegó al Real Madrid en 2006 como una de las grandes promesas del fútbol brasileño.
El club blanco lo fichó desde Sao Paulo, incluso dejando pasar a Dani Alves, en una operación que con el tiempo sería cuestionada.
Sin embargo, su paso por la “Casa Blanca” no fue el soñado: apenas duró dos temporadas y estuvo marcado por problemas de adaptación, excesos fuera de la cancha y anécdotas que hoy suenan increíbles.
Dura confesión: alcohol, entrenamientos y visiones
El exlateral ha reconocido en múltiples ocasiones su dura lucha contra el alcohol. "Si me preguntan si alguna vez fui borracho a entrenar con el Real Madrid, lo hice", admitió sin rodeos según consignó Sport.
Cicinho reveló que llegó a beber desde los 13 años y que durante su carrera en Europa intentaba ocultarlo con café o perfume para disimular el aliento. En uno de sus relatos más impactantes aseguró: “Vi a Jesucristo después de tomar 18 caipirinhas y 14 cervezas”.
Su historia de adicciones, que lo acompañó hasta su retiro a los 37 años por lesiones en la rodilla, lo convirtió en un ejemplo de superación para quienes atraviesan problemas similares.
Bromas, vergüenzas y un traje de Beckham manchado
Más allá de los problemas personales, Cicinho dejó anécdotas inolvidables en el vestuario blanco.
Una de las más recordadas ocurrió en su primer entrenamiento cuando Ronaldo Nazário le jugó una broma: le tradujo mal las instrucciones del técnico López Caro, provocando que el brasileño pareciera desentendido en una jugada y recibiera una dura reprimenda.
También vivió momentos incómodos con David Beckham, a quien accidentalmente manchó con jugo en una cena: "Bajé la cabeza y pensé: ‘¿Por qué tenía que ser él?’. Por suerte me dijo que no pasaba nada".
Tiempo después, por miedo a quedar mal con el inglés, llegó a gastar 25.000 euros en ropa en la misma tienda donde compraba Beckham, aunque apenas usó esas prendas tres veces.
Altercados y la vida después del fútbol
En su etapa en el Real Madrid también se vio envuelto en tensiones internas, como el recordado altercado entre Gravesen y Robinho, donde terminó corriendo al vestuario para evitar quedar en medio de la pelea.
Tras dejar el conjunto blanco en 2007, jugó en la Roma, Sao Paulo, Villarreal, Sivasspor, Sport Recife y Brasiliense FC antes de colgar los botines.
Hoy, completamente rehabilitado gracias al apoyo de su esposa, Cicinho vive una vida muy distinta.
Es comentarista deportivo ocasional, pesca en su tiempo libre, escucha música gospel y, sobre todo, ejerce como predicador evangélico a tiempo completo.
"Ella me animó a conocer la palabra de Dios y así conseguí mi rehabilitación", confesó sobre su pareja.