Brian Fernández, exvolante de Unión La Calera y actualmente en Talleres de Remedios de Escalada, de la Primera Nacional (segunda categoría), causa bastante preocupación en Argentina al estar desaparecido hace un mes.
De acuerdo a TyC Sports, alcanzó a jugar cuatro partidos y comenzó a faltar a los entrenamientos, por lo que su círculo cercano teme una nueva recaída en la adicción a las drogas que padece el futbolista.
"Una historia que, lamentablemente, se ha repetido más de una vez en la carrera deportiva del delantero de 30 años", expresó el citado medio en alusión a la serie de episodios protagonizados por el trasandino.
Fernández indicó que, en estas fechas especiales, comprendió que para su evolución personal debía volver a refugiarse en su núcleo familiar, a pesar de todo el cariño y cuidados que Coquimbo Unido le ofreció en su estadía en el puerto.
En diciembre de 2024 fichó en Coquimbo Unido, pero renunció 12 días después aludiendo razones personales.
"SE ME VINO EL MUNDO ABAJO"
Brian Fernández dialogó con Olé en julio de 2024 y realizó una estremecedora confesión sobre su adicción, la ayuda que encontró en la religión, y el perdón a sus hermanos. Consultado por si tiene miedo de volver a recaer en las drogas, el deportista impactó con su respuesta: "Todos los días. Todos los días tengo miedo, y a cada rato".
"A la oscuridad la conocí en 2015, cuando me dio positivo el control antidoping en cancha de River jugando para Racing. Ahí se me vino el mundo abajo", reconoció.
"Cuando estoy en casa y pienso un poco las cosas que me pasaron, apago la luz y veo que me choco contra todo. Pero la enciendo y ya empiezo a esquivar muchísimas cosas. Está bueno saber que hoy depende de mí, que ya no depende de quién me mande mensajes, de quién esté o quién no esté. Porque la verdad, si mando un mensaje, está el mundo entero conmigo. Y eso me pone contento", contó.
Sobre esos pensamientos negativos, el ex Unión La Calera reveló que ha encontrado ayuda en la religión. "Me pone mal. Muy mal. Pero gracias a Dios estoy contento de poder asistir a una iglesia y no me da vergüenza. Ya no me va a dar vergüenza decir: "Che, voy a una iglesia para sentirme un poco mejor y poder irme a dormir a casa". Aprendí a confiar en mí. Si no te gusta, me estás tirando para abajo y no me interesa lo que me digas después", sintetizó.