Lucila tiene 86 años, es madre de 4 hijas y es de Talca, jamás ha tomado alcohol, pero hace 30 años carga con una enfermedad que se asocia a eso, la cirrosis hepática.
Todo comenzó en la década del 60, cuando Lucila estaba en labor de parto y tras una transfusión de sangre se contagió con hepatitis C, sin embargo, con el pasar del tiempo y el tratamiento adecuado, el virus desapareció, pero el daño en el hígado quedó.
La hija de Lucila, Jacqueline Cornejo, conversó con 24 Horas y explicó el sufrimiento que vive su madre al sufrir una enfermedad tan esclavizante: "Son 30 años de sacrificio, de medicamentos, de exámenes, mi mamá tiene sus brazos llenos de hematomas".
Su historia revela lo exigente y costosa que es esta enfermedad porque Lucila viaja todos los meses a Santiago para realizarse una ligadura endoscópica por várices en el esófago.
"Esto a la larga a mi mamá le ha traído estar constantemente cada 15 días en tratamiento", agregó la hija de Lucila. En cuanto a los costos, detalló que han gastado "más o menos como $50 millones por todos los tratamientos, son endoscopia, colonoscopia, exámenes hematocritos, visitas a la hematóloga, a la gastroenteróloga y esto es todos los meses".
Ahora un nuevo avance busca aliviar esa carga para todos los pacientes con cirrosis, ya que el tratamiento y la terapia farmacológica post alta se incorpora al GES.
La cirrosis hepática es una enfermedad silenciosa, compleja y estigmatizada, en Chile está entre las primeras 7 causas de muerte. Por eso, este avance busca ayudar a pacientes como Lucila que han luchado años por mantenerse con vida.